Cada vez se usan más los vídeos animados como herramienta de marketing, ese tipo de vídeos realizado con ilustraciones que con mayor o menor destreza se mueven y cuentan una historia. No es casualidad, desde finales del siglo XX los estudios de cine se dieron cuenta de las enormes posibilidades que ofrecía la animación por ordenador y cambiaron las películas de dibujos por las de animación, como la legendaria Toy Story.
Hoy, los vídeos animados son muy valorados por el público, tanto para entretenerse como para adquirir información de una marca, producto o servicio. Algo clave para entender la explosión que han tenido en los últimos años en video marketing. Las personas los aprecian y asimilan muy bien. Principalmente porque son sencillos de comprender, así como por lo atractivos que pueden ser en base al tipo de ilustración o color que lleve.
Mensaje más directo
Al basarse en unas ilustraciones sencillas, la atención se concentra en el mensaje y no se dispersa con muchos elementos ajenos a lo que se desea transmitir. Al haber pocos objetos en la imagen, tu mente no tiene que analizar demasiadas cosas. Así, se focaliza en lo importante y en la locución o rótulos que lo acompañan. En un vídeo real, en cada plano aparecen un sinfín de objetos que no son importantes, sin embargo, por naturaleza nuestro ojo suele mirarlo y nuestra mente analizarlo. En ocasiones, toda esta información hace que el cerebro tenga más datos sobre los que formarse una idea del vídeo o spot que estamos viendo. Buena parte de este problema desaparece en los vídeos animados al ser mucho menos detallados y ceñirse a dibujos no muy complejos que con poco movimiento. Este punto es muy importante a tener en cuenta cuando uno va a hacer una inversión en un vídeo para su compañía, institución o proyecto. Hacer un vídeo es muy importante pero que tu mensaje llegue y se comprenda lo es mucho más. Si uno hace un vídeo o un anuncio y al terminar de verlo una persona no le ha quedado clarísimo qué entidad lo ha hecho o qué se ha comunicado en el mismo, entonces no hay duda que ha fracasado. Incluso si es muy impactante y bello. De nada sirve, por eso este es un punto a favor para los vídeos animados.
Por este motivo, se trata de una fórmula perfecta para explicar un producto o servicio complejo. De ahí que se utilicen mucho para dar a conocer nuevos productos bancarios, para explicar procedimientos, misiones o proyectos no iniciados. Grandes entidades bancarias como el BBVA o instituciones como el Gobierno de España para explicar como actuar frente el Coronavirus han usado vídeos animados para su comunicación. Teniendo todas las posibilidades del mundo, se decantaron por un vídeo animado. Algo que no es casualidad y es que son ideales para estas temáticas que pueden ser farragosas en otras fórmulas como la imagen real.
Imaginemos que hay que grabar cómo deben actuar las personas para evitar contagiarse del coronavirus o en el caso que tengan síntomas. Para mostrar los efectos que tiene, necesitaremos un actor que refleje los síntomas o comprar planos de librería, algo que no resulta barato tampoco, ya que pueden costar hasta 100 euros/dólares por cada uno. Lo mismo sucede para reflejar los núcleos de población con mayores riesgos. Sin embargo, con la animación es muy fácil crear un dibujo para cada una de estas situaciones o personajes, sin necesidad de buscar espacios o actores, ni adquirir planos de bancos de imágenes.
Creación infinita
Además, permite reflejar cualquier tipo de objeto gracias a que se puede dibujar lo que se quiera. No están basados en imagen real, no tienen ni siquiera por qué existir todavía permitiendo así publicitar un producto no fabricado todavía o una compañía en pañales. Casos en los que claramente son recomendables los vídeos animados:
· Ofrecer un servicio complejo
· Compañía o institución reciente
· Campaña de micromecenazgo o crowdfunding
· Quieres diferenciarte de tu competencia
· Tienes que pedir algo (por ejemplo impuestos)
En resumen, los vídeos animados requieren de menor esfuerzo interpretativo, por eso llegan de una manera más fácil al intelecto y permiten calar el mensaje más fácilmente. Resultan muy atractivos y se asocian a una imagen amigable al estar hechos por dibujos. Dentro de los vídeos animados los hay más complejos y también más sencillos, todo depende del presupuesto y de la productora audiovisual que realice el trabajo. Pueden costar desde unos cuantos cientos de euros hasta varios miles, según la opción por la que uno se decante. Pero sea cual sea, son productos bien recibidos por el público y muy interesantes por los que apostar.
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